Nos pasamos toda la vida guiados por multitud de dogmas, reglas, usos, costumbres, hábitos y todo un sinfín de maneras de hacer. La seguridad que proporciona el saber lo que va a pasar nos proporciona cierta tranquilidad. Pero, pensándolo bien, es totalmente antinatural. La vida es incierta, insegura. Nadie sabe lo que va a pasar mañana, dentro de un rato. Intentamos compensar con decisiones tomadas “racionalmente” esa intranquilidad que puede llegar a ser realmente agobiante.
También se puede tomar por el otro lado, admirar continuamente lo que sucede a nuestro alrededor, como si se tratara del guión de una película que acabaran de estrenar. Una película en la que continuamente se entrecruzan historias. Una película en la que aparecen y desaparecen personajes. Unos de manera permanente y otros como el Guadiana.
El equilibrio que encontremos, será el resultado entre los dos puntos de vista. Unas veces, necesitaremos incerteza para romper una monotonía que se puede hacer tan pesada como una gran piedra atada a nuestro cuello. Otras veces, el afán de seguridad y de saber que seremos poseedores de una estabilidad futura condicionará de tal manera nuestras acciones, que seguramente provocarán el resultado totalmente contrario al esperado.
Pero en definitiva, lo que si que es cierto, es que cada uno de nosotros somos nuestros propios autores. Unos escriben Best-Sellers, otros novela negra, los hay que se decantan por la literatura clásica y unos tras otros cubren todos los campos literarios explorados y los que aún no han dado ni señales de vida. Esas historias, se enlazan en un laberíntico nudo, no tienen principio ni final, y tan pronto podemos pasar de la comedia al drama.
Leer, leer, leer. Hay que leer en la vida, en las personas, en lo que les rodea. Tenemos a nuestro alcance la mayor biblioteca jamás concebida. Hay todo tipo de libros, revistas, cómics, periódicos, folletos, enciclopedias... Lo bueno que tiene es que siempre los tenemos a nuestra disposición, que no hay período final en el préstamo. Sólo hay que tener cuidado con una cosa. Cierto tipo de lecturas son muy perennes, y el poder acceder a ellas es un ejercicio de precisión y sobre todo de rapidez.
Hay personas que son como libros abiertos, hay otras que están totalmente encriptadas. En todos los idiomas, en todos los estilos, en todos los formatos. De la misma manera que hay libros que enganchan, hay personas que enganchan. Sin saber porqué tiendes a ellas, aunque muchas veces sepas el final y aunque muchas veces no sepas ni leerlo. Pero te sientes atraído por esa persona, igual que te sientes atraído por cierto tipo de lectura y en muchas ocasiones por un formato atractivo pero que por más que lo intentes no eres capaz de descifrar.
El libro de cabecera es el más importante. Es el que nos ayuda a conciliar el sueño, el que nos ayuda a indagar en lo que ha pasado durante el día, el que nos ayudará a evadirnos y encarnar otra historia totalmente diferente a la nuestra.
No nos olvidemos de ABCedario, tenemos tanto que aprender, tanto que leer. Yo quiero leer, saber leer. Quiero que me lean y que me sepan leer. Utilizad un buen punto de página para saber donde estáis, aunque a veces valga la pena perderse un poco y releer hasta encontrarse de nuevo.
Read more, read better, read the life like a book