Una de las salidas que hicimos desde Puno fue un recorrido por tres islas del lago Titicaca. Un periplo que empieza en las Uros o islas flotantes, continua hasta Amantaní y acaba en Taquile.
Hoy quiero contaros como nos fue en Amantaní donde tuvimos una de las experiencias más interesantes del viaje. Desde las Uros hasta Amantaní hay unas tres horas viaje en barco y realmente ese día era para disfrutar del paseo. Durante el trayecto y al pasar por las Uros la vista de las totoras es un espectáculo. El Sol brillaba como solo puede hacerlo a 3800 metros de altitud y aunque aún es invierno en el mes de agosto, al sol hace calor y quema como para tener que usar protección cuarenta. Una de las cosas buenas que tiene viajar es la gente que conoces al compartir camino o sencillamente un momento. En el grupo que se formó ese día había gente que desde luego hizo esos dos días en el lago bastante especiales.
Marie que viajaba con un amigo, Amelie y su amiga que llenaban páginas de sus cuadernos de viaje, Mario apasionado de la literatura y de la fotografía y como no, Jose e Ira que en ese viaje decidieron que querían casarse en Amantaní por el rito tradicional andino.
A falta de casi una hora para llegar a la isla se nos acercaron y nos explicaron lo que querían hacer, además de invitarnos a compartir con ellos ese momento. Desde luego ocasiones como esta no se le presentan a uno todos los días. Aunque no es la primera boda a la que asistimos de manera espontánea. El año pasado asistimos a una en Merzouga, pueblo al sur de Marruecos cuando íbamos camino de Mauritania. O el año anterior en M'sied también en Marruecos. Son situaciones especiales donde puedes sumergirte de pleno en las costumbres de un sitio y además compartir la alegría que supone la unión entre dos personas que se quieren.
Jose e Ira ataron todo el tema de la ceremonia con Néstor que era el guía que teníamos en el barco. Cuando llegamos a la isla nos distribuimos con las familias que la habitan. Es un lugar que todavía vive bastante en consonancia con la naturaleza y carecen de ciertas cosas que nosotros consideramos como imprescindibles. Asfalto, coches, luz o agua corriente brillan por su ausencia dándole el encanto de ser un sitio todavía no contaminado por las prisas de la vida moderna y en cierta manera obligándote a vivir en naturaleza. Por la tarde subimos al templo de la Pachatata desde donde pudimos sumerjirnos en una maravillosa puesta de Sol.
Al bajar nos estaba esperando Feliciano para acompañarnos a la casa, donde Teodosia ya nos había preparado una sabrosa cena a base de sopa de quinua y un plato de papa, maca, oca con un poco de huevo... Cuando acabamos "nos vistieron para la ocasión" y nos llevaron al sitio donde se celebró la ceremonia. Participó toda la gente del pueblo y unos pocos de los del barco...
El chamán siguió todo un ceremonial para preparar el sitio y la ceremonia en si misma. Hojas de coca, agua del lago, flores, símbolos y sobre todo oraciones. El rato que siguió fue muy intenso, imagino que la curiosidad de lo que estaba pasando, el lugar, las personas que nos rodeaban hizo que cierta magia flotara en el ambiente.
Jose e Ira hicieron una promesa y una ofrenda a la Pachamama, pero sobre todo afianzaron la confianza de uno en el otro. Al final participamos en la ceremonia haciendo también nosotros una ofrenda con las hojas de coca, tres concretamente con las que el chamán pidió por nosotros uno a uno.
Acabamos bebiendo chicha y mascando un poco de hoja, mientras bailábamos un baile que yo ya no se si fue por la altura, pero desde luego no acababa nunca... Jejejejeje.
Bueno, más o menos eso fue lo que pasó. Desde luego, nos dio el sabor de una experiencia que nos dejó muy buen sabor de boca...