Llevamos dos días de fuertes lluvias y desde luego no estamos preparados para ciertas cantidades de agua. Esta mañana la estación de metro de la sagrera ha aparecido inundada y parecia que tuviera dos canales para la práctica de remo. Bueno el caso es que a mi el sonido de la lluvia me gusta, me relaja. Ese repiqueteo, que va y viene, que aumenta y decrece mostrándote el movimiento de la tormenta te hace sentir viva la naturaleza, te hace presente que está ahí y sobre todo te está diciendo que no te olvides de ella.
Nos hace falta. Quizá no aquí precisamente y sobre todo en estas cantidades, pero cada vez más, nos vamos a tener que acostumbrar a estos cambios. Y menos mal que nosotros no lo notamos en exceso. Si miramos lo que está pasando en el resto del mundo, aún nos podemos considerar afortunados...